Amarse, declarar y hacer el amor en tiempos de guerra: tal es el tema original de la exposición organizada en París, "Amores, guerras y sexualidad, 1914-1945", que explora cómo los conflictos armados inciden en el sentimiento amoroso, el erotismo y los fantasmas sexuales.
Esta exposición, organizada el museo del ejército en París, cuya sede se encuentra en el célebre Hotel de los Inválidos, estará abierta al público del 22 de septiembre al 31 de diciembre próximo.
"Las guerras no suspenden la aspiración de los seres humanos a amar y ser amados. Y esa necesidad de amor se expresa más intensamente cuando se vive una época de incertidumbre y se siente dramáticamente la presencia del sufrimiento y la muerte", explican los comisarios de la exposición, François Rouquet, Fabrice Virgili y Danièle Voldman.
Para organizar la muestra, los tres historiadores utilizaron una vasta documentación de los archivos militares relativos a las dos guerras mundiales y de la iconografía de la época en los países estudiados: Francia, Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia.
Ya a partir de la movilización, "se utilizan imágenes eróticas", señala François Rouquet, evocando las musas vestidas de sugestivos drapeados que instan a comprar bonos de armamento norteamericano.
"Pero paralelamente, el Estado muestra una gran gazmoñería, pues se trata de mantener al mismo tiempo el orden moral en la retaguardia", hasta el punto de que existe la posibilidad de suspender la pensión pagada a las esposas de soldados en caso de sospecha de infidelidad.
Por lo demás, en la guerra "hombres y mujeres están separados y tratan de mantener el vínculo a través de la escritura".
El aspecto sentimental se manifiesta a través de una hoja seca en la que se graba un corazón rodeando el nombre del ser amado. Y también en un cartel de publicidad de un minitaller que permite fabricar joyas con el metal de las armas.
En lo que respecta a los fantasmas eróticos, la imagen principal es la de la enfermera, única mujer con la que los soldados se codean, pero también la madrina de guerra, que apoya la moral de los soldados escribiéndoles. "Los soldados llegan incluso a vender las direcciones de sus madrinas, y esa operación en principio virtuosa es también, a veces, ocasión de encuentros amorosos", recalca François Rouquet.
En materia de sugestión, se llega incluso a evocar la homosexualidad, por ejemplo en un cartel de 1917 que muestra a prisioneros rusos en territorio enemigo curiosamente enlazados.
Pero las autoridades tratan de controlar y organizar: las casas de citas son estrictamente enmarcadas, dado que uno de los grandes temores de los estados mayores militares, antes de la invención de la penicilina, era la sífilis, capaz de diezmar a un ejército. Carteles alemanes y franceses instan a los soldados a "resistir a la tentación de la calle" y optar por los burdeles organizados.
Otro temor: la espía, contra la cual se advierte a través de carteles que exhortan a los militares a no hacer confidencias en el lecho.
La exposición aborda asimismo el sombrío capítulo de las violaciones, así como el rapado público en Francia, tras la liberación, de las mujeres que frecuentaron a militares alemanes.
La muestra termina con la insólita imagen de la fotógrafa Lee Miller, egeria de Man Ray y luego corresponsal de guerra, que se hizo fotografiar, desnuda, en la bañera de Hitler.
"La sexualidad, que se creía puesta en sordina durante la guerra, resulta no sólo asociada a ella, sino también exaltada por ella", subrayan los tres historiadores en un libro publicado en ocasión de la exposición y que lleva el mismo título ("Amours, guerres et sexualité, 1914-1945", Editorial Gallimard)
Fuente: AFP
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